En este texto el autor reflexiona sobre algo que ocurre desde que el ser humano habita la Tierra. El fuerte y poderoso se apodera de todo lo que le viene en gana, incluso de las personas. Sólo cuando la situación está en el límite y no se puede soportar más una acción extrema individual o colectiva, como la llevada a cabo por Al Bouazizi puede impregnar al resto de la sociedad y producir un efecto de protesta o no.
Antiguamente estas reacciones eran mucho menos frecuentes pues el fuerte era más poderoso todavía mientras el débil apenas será considerado persona con lo cual se le podía encerrar, torturar o sencillamente matar sin que nadie le preguntara nada a aquel.
Hoy en pleno siglo XXI aunque parezca que esas actitudes ya no se dan, la realidad nos muestra cada cierto tiempo que no es así, que todavía hay un larguísimo camino por recorrer para llegar a la igualdad entre los seres humanos, si es que alguna vez se consigue, lo cual no se percibe en un futuro cercano.
También hay que decir que en la actualidad muchas veces sí se les exigen responsabilidades a aquellos que cometen este tipo de atrocidades, aunque exista otros de su calaña dispuestos a darles refugio e ignorar sus actos.
1 comentario:
Completamente de acuerdo. Y lo que más me aterroriza (¿nos aterroriza?) es ese futuro, que se me aparece enfermo y desvalido, y no es el crisol de mis esperanzas.
Muy bien.
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